Pär Fabien Lagerkvist: El verdugo: Bödeln, 1933.
El verdugo está en una taberna, silencioso, dandole la espalda a la charla y al mundo bullicioso; por donde van y vienen los andrajosos limosneros que son expulsados a las patadas por los mozos, no así los clientes burgueses y los proletarios entran a tomar champagne y cerveza respectivamente.
Los relatos se entrecruzan, su presencia intimida, despierta curiosidad y el folklores comienza a desparramarse como la cerveza en las barbas sesudas de algún borracho, ¿triste o alegre? no se sabe bien.
Primero los poderes especiales, del mal, que tiene el verdugo, el relato de un presente que cuando niño tocó la espada del verdugo, en una casita alejada del resto, en el valle frondoso, transpasando los senderos inundados en malesa, esa espada de doble filo emite sollozos en la habitación cada vez que el niño la toca. La mujer del verdugo sabe que significa un violento y mortal destino próximo para el niño. La madre del niño implora, implora, y sigue implorando pero la respuesta del verdugo es el silencio.
Luego, sin explicaciones lo toma y le lleva cerca de su casa, a un pozo de agua, donde le da de beber con sus manos, así le dice: "estás salvado, ya no hay maldición en ti". La madre agradece y bendice, pero nuevamente solo hay silencio y las espaldas del verdugo. Asi termina el primer relato: el poder maligno del verdugo también sirve para salvar.
Segundo. El verdugo se enamora a primera vista de una hermosa mujer condenada a muerte, justo antes de 'ajusticiarle'. Pide su mano, se casa, la indultan pero le marcan la frente con "símbolo del patíbulo". Fueron felices como cualquier otra pareja. Al ser embarazada pide a la comadrona asistencia, se le niega, no fue muy cristiana, pero no era contra la esposa del verdugo, era por miedo a contaminarse en esa casa y contaminar a otra mujer que necesitase asistencia ese día.
El niño nace, pero su madre lo extrangula porque dice haber visto la misma marca de su frente en su amado bebé, y como no queria que sufriera la pena social de semejante cicatriz/símbolo decide terminar su vida. El juzgado juzga. Pena de muerte. Penada a ser enterrada viva. Aquel dia se miran atonitamente, no hay palabras ¿Acaso se habrán despedido anteriormente?. Su esposo verdugo le entierra. Primero el cuerpo y luego su rostro, allí no osó mirar mientras hacía su labor. Dicen que a la noche fue a desenterrarla para ver si seguía viva. Absurdo. Nunca se sabrá. Abandonó el pueblo pocos dias depués, nunca más noticia de él.
Tercero. El manco apostador y usurero dice poseer la mandrágora. Es eso lo que le va a dejar al niño que ni sabe ni interesa si es su hijo (Hijo de una puta, no sabe si él es su genitor, pero sabe que ahora mismo es su padre y le enseñó todo su 'patrimonio')*. La mandrágora fue conseguida con sus dientes, mientras los espiritus le perseguian y el 'infierno se volcaba sobre la tierra' en un 'humo espeso'. Una pequeña aventura, sobre su sobervia o su valor frente a los espiritus diversos que residian debajo del patíbulo.
Cuarto. Una gorda burguesa de alta alcurnia ve al verdugo y llama a un conocido para que vea 'el espectáculo'. Es simplemente un borracho que habla sobre la superioridad de la raza, y sobre lo que debe seguirse como modelo, o sea, militarizar la sociedad, la guerra como una busqueda constante para la perfecta humanidad y etc.
Quinto. Dos hombres discuten con un tercero, hay que ir a hacer patria al cementerio, desterrar a los indignos. ¿Para qué si ellos murieron mucho antes de que haya empezado la causa? pregunta el tercero, los otros dos le dicen que es un cobarde, y que no está con ellos, que no propone alternativas y por ello debe ser un traidor: el tercero está en aprietos, pero al negarse sucesivamente por los dos sujetos es fusilado allí mismo. Una mujer pregunta que habia sucedido y otro cliente dice: nada, ha habido otro fusilamiento. El jolgorio continua.
Sexto. Una orquesta de negros que tocan jazz se pone a descansar, mientras comen en una mesa al fondo, en la oscuridad, son vistos por un racista ricachón, que los intima a que dejen de ser 'tan animales' y dejen esas costumbres frente a las personas 'civilizadas'. Imperativos e insultos mediante comienza una contienda furioza, donde a punta de pistola los negros no flaquean sus 'derechos' a alimentarse. Revoloteo en todo el bar, proyectiles y varios muertos y agonizantes. Los negros se rinden y suben a tocar jazz a punta de pistola por un burgues. Son el espectaculo de 'los dos asesinos'. Mientras hacen su música con un odio visceral, los blancos bailan con alegría descomunal pisoteando a los medio muertos, ellas coquetean lanzando miradas a un negro grandote de la orquesta, mientras él está con su mirada rebozante de ira y venganza.
Séptimo. Un exaltado hombre empieza su arenga, su raza, La Raza sigue los designios de la Sangre, y su máximo representante es el Verdugo. Sentado allí mismo. "Seremos vencedores".
(¿Una parodia o una representación subrealista sobre los nazis, o sobre una 'constante' humana de perseguir líderes o generar discursos de superioridad étnica? ¿Una burla al cristianismo o una pintura grotesca sobre la realidad de los cristianos que generó la huamidad?)
Octavo. El verdugo comienza su relato, usando el pie que le dio el gentleman que hablaba, sobre la fuente de su 'oficio' y las culpas que carga. La muerte de dios, un Dios muerto por sus creyentes, un cristo crucificado que no era mesias de nada solo merecedor de pena y misericordia por ser un pobre loco. Y cuenta como él estará hasta el final de la humanidad que es cuando 'descanzará su brazo'.
Se reune con la mendiga a la salida del bar, ella le ama y él desea protegerla.
*sobre la diferencia entre padre y genitor me acabo de enterar al leer el prólogo de Horacio Luengo en "Cartas al hijo ausente". No ahonda pero es la punta de un dato interesante que los Romanos ya hacían distinguir. (ampliación: anmal.uma.es )