“Presto que no tiene sentido, largo expendio de casualidades”
La cosa es que hay gente hablando de política en todos lados, algunos son políticos cuando salen con banderas de greenpeace y no quieren que se continúe la tala de árboles, otros son también políticos cuando no quieren que les cierren el cafetín de su barrio ni reemplazarlo con un local de comidas rápidas, y todos hablamos de politica cuando decimos que está todo bien o todo mal, todo en orden o todo en desorden, que la gente tiene que estar contenta con lo que tiene o no etc... Las ganas de discutir a veces son inaguantables y dejan de ser ganas para convertirse en torbellinos de gritos, gente galopeante con manos que se mueven como queriendo hablar en cada vaivén y un ámbito que de amistoso ahora se llena de gesticulaciones raras, gestos fruncidos y algunos sonrientes por la impotencia del sarcasmo de algún crítico. Algo muy aburrido por cierto es esto de la política, pero todos la hacen, incluso en casa cuando hacemos una suerte de asamblea con el cocinero o cocinera del hogar (ojalá lo tengan) para determinar que cosa vamos a cenar porque a veces hay que complacer a todos y eso es hacer política, como para convencer a nuestro colega de que podríamos comerle su pastel y que por esto nos debe un favor, y que por tal suculento premio haríamos de nuestras mentiras más absurdas un arma eficaz para convencer de que comemos aquel rico pastel con dolor y sacrificio por el prójimo.
“No me juzgues mal, como tu postre para que a vos no te salgan caries”
“Si bien hacemos lo mismo, pero cobro más que usted, yo nunca tendré la grandeza suya de vivir bien con poco”
Persuadir al otro para que nos de o haga lo que queremos implica usar alguna política, y cuanto más contundente sea nuestro discurso más y mejor trabajará nuestro amigo por nosotros.
Hoy veo a dos personas hablando de política que no encontraron mejor y extraña situación que comenzar a hacerlo dentro de un ciber.
¿Qué de extraño puede tener hablar sobre el gobierno y las doctrinas políticas en un local donde se paga Internet a un peso cincuenta la hora? Y… digamos que es una paradoja que dos o más desconocidos se pongan a hablar con plena confianza de si mismos y que lo hagan en Ese lugar dado que podrían comunicarse, supuestamente, con decenas de miles de personas para tratar esos mismos temas, y que es algo que se acostumbra hasta para hablar, sobre la vida cotidiana de uno, elegir a un extraño de Chat para conversar.
O sea; la cosa es que dos tipos en vez de chatear con decenas de personas coloridas, nuevas, extrañas, de diferentes culturas, religiones o regiones del mundo, eligieron hablar con gente de su propia zona, de su barrio, gente que conocen de vista, algún vecino pero que no saludan porque cuando lo ven en el supermercado, o en la panadería supongamos, no hay motivo ni confianza para tal muestra de ganas de hablarse.
La cosa es que hay gente hablando de política en todos lados, algunos son políticos cuando salen con banderas de greenpeace y no quieren que se continúe la tala de árboles, otros son también políticos cuando no quieren que les cierren el cafetín de su barrio ni reemplazarlo con un local de comidas rápidas, y todos hablamos de politica cuando decimos que está todo bien o todo mal, todo en orden o todo en desorden, que la gente tiene que estar contenta con lo que tiene o no etc... Las ganas de discutir a veces son inaguantables y dejan de ser ganas para convertirse en torbellinos de gritos, gente galopeante con manos que se mueven como queriendo hablar en cada vaivén y un ámbito que de amistoso ahora se llena de gesticulaciones raras, gestos fruncidos y algunos sonrientes por la impotencia del sarcasmo de algún crítico. Algo muy aburrido por cierto es esto de la política, pero todos la hacen, incluso en casa cuando hacemos una suerte de asamblea con el cocinero o cocinera del hogar (ojalá lo tengan) para determinar que cosa vamos a cenar porque a veces hay que complacer a todos y eso es hacer política, como para convencer a nuestro colega de que podríamos comerle su pastel y que por esto nos debe un favor, y que por tal suculento premio haríamos de nuestras mentiras más absurdas un arma eficaz para convencer de que comemos aquel rico pastel con dolor y sacrificio por el prójimo.
“No me juzgues mal, como tu postre para que a vos no te salgan caries”
“Si bien hacemos lo mismo, pero cobro más que usted, yo nunca tendré la grandeza suya de vivir bien con poco”
Persuadir al otro para que nos de o haga lo que queremos implica usar alguna política, y cuanto más contundente sea nuestro discurso más y mejor trabajará nuestro amigo por nosotros.
Hoy veo a dos personas hablando de política que no encontraron mejor y extraña situación que comenzar a hacerlo dentro de un ciber.
¿Qué de extraño puede tener hablar sobre el gobierno y las doctrinas políticas en un local donde se paga Internet a un peso cincuenta la hora? Y… digamos que es una paradoja que dos o más desconocidos se pongan a hablar con plena confianza de si mismos y que lo hagan en Ese lugar dado que podrían comunicarse, supuestamente, con decenas de miles de personas para tratar esos mismos temas, y que es algo que se acostumbra hasta para hablar, sobre la vida cotidiana de uno, elegir a un extraño de Chat para conversar.
O sea; la cosa es que dos tipos en vez de chatear con decenas de personas coloridas, nuevas, extrañas, de diferentes culturas, religiones o regiones del mundo, eligieron hablar con gente de su propia zona, de su barrio, gente que conocen de vista, algún vecino pero que no saludan porque cuando lo ven en el supermercado, o en la panadería supongamos, no hay motivo ni confianza para tal muestra de ganas de hablarse.
“Asociación libre”, un rato de palabrerio dentro de un ciber en barrio norte.
