12 sept 2010

Brujas, la muerta: Jorge Rodenbach

Ed: Espasa-Calpe
Tit: Brujas, la muerta
Aut: Jorge Rodenbach
Año: 1948.

Síntesis: El viudo que de los objetos de su amada extranjera, arrancada de su vida por una fatal y repentina enfermedad, hizo reliquias, sobre todo de su dorada cabellera, que la Muerte era lo único que no había 'transformado', 'desfigurado' en el paso hacia el otro 'lado', es el mismo viudo que reencuentra la imagen de la muerta mientras vivía en la bailarina 'vedette' del teatro de la ciudad de Brujas, pero la desilusión y el odio que esta sentirá por él, que le dio buen vivir, pero ni amor, ni otra identidad que la de la difunta, es lo que le llevará a profanar las reliquias familiares y será la dorada cabellera la que le sirva a Hugo de instrumento para ahorcar a quién burlándose le hizo enterarse que 'su dolor se había trocado en una religión'.
Es la misma religión que hizo sombría su vida, de viudo, la que hizo de la ciudad y sus torres, vetustos campanarios; angustiantes modelos de vida que quiso ser(y en su intimidad nunca deja de ser, a pesar de ser considerado corrupto por la población creyente en el cristo de magulladas carnes torturadas, el cristo del perdón), la misma religión que hizo de la población gentes chusmas, mirones, jueces, que en el peor de los casos, su criada, su único contacto íntimo con el mundo de Brujas, es quién le va a entregar el mensaje de reprobación, renuncia a ser su criada, su sirvienta, porque servir a un hereje como el rico burgués y perdido Hugo es conjurar contra Dios mismo.
Mísero señor, que en su más íntima tristeza, su más exteriorizada faceta de luto, es admirado por la población por su devoción por el amor sentido a su amada esposa. Y es, en su intento de aplacar la ausencia de su más grande amada, vistiendo a esa 'mujer liviana' con la ropa de la difunta, de darle lugar en ese pueblo gris, es un imbécil, un ridículo, un desvergonzado, un herético, una persona digna de odio y al final de lástima. Terminará padeciendo luto tras luto, no son solo dos muertes las que vive, sino varias, cada decepción en esta extranjera es la nueva muerte de su amada, la muerta. (Facundo Richter).


Señas:

Hugo recapacitaba sobre el poder indefinible de la semejanza.
Corresponde ésta a las dos necesidades contradictorias de la naturaleza humana: costumbre y novedad. La costumbre es la ley, el ritmo mismo del ser. [...]
Por otra parte, el gusto por la novedad no es menos instintivo: el hombre se cansa de poseer siempre el mismo bien. No se disfruta de la dicha, al igual que ocurre con la salud, sino por contraste. Y también el amor existe en la intermitencia de sí mismo.
Y precisamente la semejanza es lo que concilia en nosotros aquellas dos necesidades; las iguala, las une en un punto impreciso. El parecido es la línea de separación de la costumbre y de la novedad.
Y principalmente en amor, opera esta especie de sutileza: ¡encanto de una mujer nueva que llega recordando a la antigua!
Hugo disfrutaba de esto con una delicia que iba en aumento, él a quien la soledad y el dolor habían, desde hacía tiempo, sensibilizado hasta el punto de percibir estos refinamientos de alma. ¿No era acaso por un sentimiento innato de las semejanzas buscadas por lo que había ido a vivir a Brujas a raíz de su viudez?.
Pag 61-62.

[...] El sacerdote predicaba sobre la muerte. ¿Y qué otro tema mejor elegir aquí, en la ciudad triste, donde por sí mismo se ofrece, se impone y hace subir alrededor del púlpito su racimo de uvas negras como la endrina, hasta la mano del predicador que sólo tiene que recogerlas? ¿De qué hablar, sino de lo que está difundido por doquier en la atmósfera: la muerte invencible? ¿Y que otro pensamiento profundizar sino éste de la salvación de su alma, que es aquí el cuidado esencial y la angustia permanente de las conciencias?
Y discurriendo el sacerdote sobre la muerte, la Buena Muerte, que era tan sólo un tránsito, y sobre la reunión de las almas salvadas en el seno de Dios, habló también del pecado que constituía el peligro, el pecado 'mortal', es decir, aquel que hace de la muerte una verdadera muerte, sin redención alguna ni posible socorro de seres queridos.

Pag 109-110

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