Esto es una compilación -sin titulo- de un texto trascripto; el titulo en paréntesis es una propuesta mía a fin de localizarlo. No deseaba crear confusión.
Genealogía e historia
La genealogía es gris; es meticulosa y pacientemente documentalista. Trabaja sobre sendas embrolladas, garabateadas, muchas veces reescritas […] al describir las génesis lineales, al ordenar, por ejemplo, con la única preocupación de la utilidad, toda la historia de la moral: como si las palabras hubiesen guardado su sentido, los deseos su dirección, las ideas su lógica; como si este mundo de cosas dichas y queridas no hubiese conocido invasiones, luchas, rapiñas, disfraces, trampas. De aquí se deriva para la genealogía una tarea indispensable: percibir la singularidad de los sucesos, […] pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución […].
La genealogía exige, por tanto, el saber minucioso […] no se opone a la historia como la visión de águila y profunda del filósofo en relación a la mirada escrutadora del sabio; se opone por el contrario al despliegue metahistórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del
[…] Buscar un tal origen, es intentar encontrar
Por debajo de las continuidades del pensamiento, por debajo de las manifestaciones masivas y homogéneas de un espíritu o de una mentalidad colectivas, por debajo del terco devenir de una ciencia que se encarniza en existir y en rematarse desde su comienzo, por debajo de la persistencia de un género, de una forma, de una disciplina, de una actividad teórica, se trata ahora de detectar la incidencia de las interrupciones […] (1987 arqueología del saber, México P5)
Hay toda una tradición de la historia (teleológica y racionalista) que tiende a disolver el suceso singular en una continuidad ideal al movimiento teleológico o encadenamiento natural. La historia “efectiva” hace resurgir el suceso en lo qe puede tener de único, de cortante. Suceso-por esto es necesario entender no una decisión, un tratado, un reino o una batalla, sino una relación de fuerzas que se invierte, un poder confiscado, un vocabulario retomado y que se vuelve contra sus utilizacores, una dominación que se debilita, se distiende, se envenena a sí misma., algo distinto que aparece en escena, enmascarado. Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha (Foucault, 1980 p20)
Los intelectuales y el saber.
Hace dos o tres siglos la filosofía occidental postulaba, explícita o implícitamente, al sujeto como fundamento, como núcleo central de todo conocimiento, con aquello en que no sólo se revelaba la libertad sino que podía hacer eclosión la verdad […] Sería interesante […] ver cómo se produce, a través de la historia, la constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es aquello a partid de lo cual la verdad se da en la historia, sino que un sujeto que se constituyó en el interior mismo de ésta y que a cada instante, es fundado y vuelto a fundar por ella (Foucault, 1984 pp 15-17)
Me parece que lo que es preciso tener en cuenta, ahora, en el intelectual no es en consecuencia el “portador de valores universales”; es más bien alguien que ocupa una posición específica –pero de una especificidad que está ligada a las funciones generales del dispositivo de verdad en una sociedad como la nuestra-. Dicho de otro modo el intelectual evidencia una triple especificidad: la especificidad de su posición de clase (pequeño burgués al servicio del capitalismo, intelectual “orgánico” del proletariado); la especificidad de sus condiciones de vida y de trabajo, ligadas a su condición intelectual (su campo de investigación, su puesto en un laboratorio, las exigencias económicas o políticas a las que se somete o contra las que se rebela en la universidad, en el hospital, eetc.) En fin, la especificidad de la política de la verdad en nuestras sociedades […] Funciona o lucha a nivel general de este régimen de verdad tan esencial a las estructuras y al funcionamiento de nuestra sociedad. Existe un combate “por la verdad” o al menos alrededor de ella […] (Foucault 1980 p188)
Me parece que nos encontramos en un momento en el que la función del intelectual debe ser reelaborada […] el papel del intelectual específico tendrá que ser cada vez más importante […] en relación a lo que es principal: los efectos propios de los discursos verdaderos. (Foucault 1980 p187)
En apariencia, o mejor según la máscara que implica, la conciencia histórica es neutra, despojada de toda pasión, encarnizada solamente con la verdad pero si se interroga a sí misma, y de una forma más general interroga a toda conciencia científica en su historia, descubre entonces las formas y transformaciones de la voluntad de saber que es instinto, pasión, encarnizamiento, inquisidor, refinamiento cruel, maldad,; descubre la violencia de los partidos tomados: partido tomado contra la felicidad ignorante, contra las ilusiones vigorosas con las que se protege la humanidad, partido tomado por todo lo que hay en la investigación de peligroso y en el descubrimiento de inquietante (Foucault 1980 p29)
Verdad, ficción y poder
En cuanto al problema de la ficción, es para mí un problema muy importante; me doy cuenta que no he escrito más que ficciones. No quiero, sin embargo, decir que esté fuera de verdad. Me parece que existe la posibilidad de hacer funcionar la ficción en la verdad; de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción, y hacer de tal suerte que el discurso de verdad suscite, “fabrique” algo que no existe todavía, es decir, “ficcione”. Se “ficciona” historia a partir de una realidad politica que la hace verdadera, se “ficciona” una política que no existe todavía a partir de una realidad histórica (Foucault 1980 p 162)
Podemos decir esquemáticamente que la pregunta tradicional de la filosogía poítica podría formulasr en estos términos ¿cómo puede el discurso de la verdad o simplemente la filosofía entendida como discurso de la verdad por excelencia, fijar los limites de derecho del poder? […] Yo querría más bien formular otra, desde abajo, mucho más concreta que esa pregunta tradicional, noble y filosófica.[…] ¿qué reglas de derecho ponen en marcha las relaciones de poder para producir discursos de verdad?, o bien ¿qué tipo de poder es susceptible de producir discursos de verdad que están, en una sociedad como la nuestra, dotados de efectos tan poderosos? […] Después de todo somos juzgados, condenados, clasificados, obligados a competir, destinados a vivir de un cierto modo o a morir en función de discursos verdaderos que conllevan efectos específicos de poder. [Foucault 1980 pp 139-140]
[…] Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su “política general de verdad” : es decir, los tipos de discursos que aquella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué lo que funciona como verdadero (Foucault 1980 p 187)
1980: microfísica del poder
1984 La verdad y las formas jurídicas
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