Hueso sobre hueso
La comida no escasea, y ya no sé si como por hambre o por costumbre. Pero es seguro que aunque me harto de llenarme la barriga controlo mi peso haciendo ejercicio, quemando calorías para parecerme lo más posible a los modelos publicitarios de la televisión.
Parece una rutina un tanto ridícula la mía, comer y hacer ejercicio, a veces no siento más hambre pero me nutro bien, como los médicos nutricionistas dicen.
Mi vida es un tanto aburrida, seca de emociones agrego. Muchas veces triste, y me siento muy solitario e infeliz. Mi tristeza es como aquellos huesos vacunos que acabo de dejar dentro la heladera, dura e in digerible, inodora, con un terrible y persistente gusto a nada. Por eso no deseo tocar los huesos que siempre quedan luego de consumir una parrillada, prefiero que se quemen humeantes hasta ponerse negros, que huelan a grasa en carbón y así tirarlos al cesto de basura.
Su circunferencia lindante no se siente intimidada, como marco del reloj es su prisión, donde las ilusiones de controlar el tiempo quedan sujetas en ese absurdo aparato regido por un mecanismo de repeticiones. Es quién me puede dar el tiempo en esta casa, ese o el sol mismo. El tiempo parece pasar cuando el rojo segundero indaga a toda la circunferencia del reloj unas 60 veces, los números cada vez más pálidos, semejantes al blanco, en un fondo de negro están pasmados allí, como una ronda de acusados señalados como culpables y pálidos por la sentencia a esperarse. Irónico, unos números de un reloj, esperando una sentencia en un futuro innombrable; inimaginable.
Esta pregunta me impide contestar rápidamente sin pensar antes que mi respuesta es la clara visión de mi mortalidad, un si implica que todo está perdido o ganado para ser perdido que teniendo en cuenta el fin mismo de la vida es lo mismo que nunca haber ganado nada, y un no implica que me estoy volviendo loco.
Lo espío por unas ventanas y ahora duerme, con la boca algo abierta, tirado en la sombra el morro colorado se distingue por el contraste entre la sombra y su pelaje blanco. Mucha sangre debe estar corriendo por debajo de su piel y su respiración acelerada me da indicios de que el calor le agita demasiado. Siento que estoy mirándome en él. Compartimos la misma desgracia atrapados entre las mismas rejas y paredes. Rodeados de colores en las cosas, llenos de ellas, inútiles cosas. Solo podemos romperlas en paz.
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