Introducción Pág. 15,16
(Lea del mismlo libro "La causa judicial de Marta Pedroso", click aquí)
El debate público en la provincia de buenos aires ha estado fuertemente signado en los últimos meses por la demanda social de mayor seguridad y la aprobación o promoción de un conjunto de normas e iniciativas que consagraron el endurecimiento del sistema penal. El discurso mediático se ocupó recurrentemente de subrayar la peligrosidad de los jóvenes y la violencia con la que actúan. Se publicaron estadísticas, cuya fuente nunca fue declarada, sobre la participación de menores en hechos delictivos graves, y se planteó abiertamente la baja de la edad de imputabilidad a los 14 años como una política idónea y necesaria para combatir la inseguridad.
En diciembre del año pasado, pese a las advertencias y pronunciamientos en contra de numerosos organismos e instituciones, la legislatura provincial aprobó una nueva reforma del Código Procesal Penal cuyas consecuencias ya son evidentes; si sumamos la población alojada en cárceles y comisarías la cifra de detenidos ascendía en marzo de este año a 28.300 personas y continúa creciendo. Sin la mayor preocupación por sus consecuencias sociales y su impacto negativo sobre el sistema penal y penitenciario, se votó una norma que viola preceptos constitucionales básicos y consagra en la provincia la generalización del encierro preventivo. Sobre ese telón de fondo, la política penitenciaria provincial no logró promover un cambio en las lógicas que caracterizan la institución carcelaria: la extendida violencia institucional, la corrupción, los traslados constantes y la desatención sanitaria. Por otro lado, la fuerza continúa militarizada y no se han privilegiado políticas que apunten a la profesionalización del personal.
En materia de políticas de seguridad, la gestión del ministro Carlos Stornelli representó un fuerte retroceso en cuanto a promover una conducción democrática de las instituciones de seguridad y eficaz en la prevención e investigación de los delitos. A contramano de una serie de cambios introducidos por la gestión del ex ministro de seguridad León Arslanián, que aspiraba al control político de la institución policial, la actual gestión del gobernador Daniel Scioli ha retomado el camino de ceder el autogobierno a la propia policía. Se volvió a las lógicas de centralización del poder; se restituyó y fortaleció gradualmente la figura del jefe policial y se reformó el estatuto policial, formalizando el retorno a una estructura centralizada en comisarios. Meses después, los resultados de esta política son el uso cada vez más extendido de prácticas policiales arbitrarias, como la detención por averiguación de identidad, la continuidad de casos de torturas, ejecuciones policiales y suicidios sospechosos en comisarías; numerosos casos de corrupción policial, y un nuevo caso de desaparición forzada de persona: el joven Luciano Arruga, de 17 años, que fue visto por última vez en una dependencia policial en Lomas del Mirador.
En la provincia de Buenos Aires,
En suma, a la hora del balance, las políticas penitenciarias, penales y de niñez desplegadas a lo largo de 2008 ponen en evidencia el impulso predominante de políticas represivas por sobre las orientadas a la equidad social, la redistribución de la riqueza y la democratización del sistema penal y penitenciario.
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